Pasar al contenido principal

Pintar mandalas: una manera de colorear la cara al estrés

Pintar mandalas: una manera de colorear la cara al estrés
08 / Sep / 2020

¿Pintar mandalas? ¡Qué va! Yo nunca fui mucho de manualidades. Siempre me incliné más por las partes, piezas y componentes de las cosas.

Más que construir, yo disfrutaba más desarmando todo. Como me lo repetía mi mamá “desbarataba hasta un balín”.

Sin embargo, ya de adulto le fui poco a poco cogiendo el gusto a otros hobbies. Resolver crucigramas, plantar jardines verticales, pero en especial tomé gran gusto a pintar mandalas.

Para resumírtelo, tenía algunos problemas de concentración, estrés y ansiedad, especialmente después de largas jornadas en la oficina.

 

Mandalas: mucho más que rayas, formas y colores

Confieso que no soy el más “iluminado” en estos temas espirituales o trascendentales. De hecho, soy aún bastante dependiente de mi smartphone y de otras cosas materiales.

Tras el consejo de una amiga al contarle de mi estrés y falta de atención, me puse a pintar mandalas.

Con el paso de los días, esto fue lo que empecé a sentir al meterme de lleno con este entretenido arte o bricolaje:

Concentracción

Antes, mi mente era un poco dispersa, a veces muy parecida a la de Homero (no el poeta antiguo… sino ese adorable calvo y gordo de piel amarilla). 

Tras “mandarme” unos cuantos mandalas, extrañamente aumenté mi capacidad de concentración y de llevar a cabo tareas (acción), tanto en la oficina, como por fuera de ella.

Una práctica forma de terapia: “estrés” donde “estrés”

Hablarte de las vaciladas de algunos amigos cuando me vieron con mi cartuchera de colores y marcadores es otro cuento.

Sin embargo, sin importar donde estuviera, me pudo más este bichito de colorear. Cada vez que me empezaba a estresar que el bullying (no malintencionado) de algunos de mis conocidos.

Es que, extrañamente, esto de pintar mandalas tiene un relajante efecto anti estrés que solo los que lo han probado sabrán a lo que me refiero.

Paciencia y conciencia

No me voy a meter en temas que no conozco de lleno como mindfulness, sacred geometry (hay unos tatoos muy bacanos con este tema) u otras prácticas. Por eso, al referirme a la “conciencia”, me refiero simplemente a eso: estar consciente. 

Es decir, antes solía reaccionar a ciertas situaciones que no me agradaban o cuando me topaba con diferencias con colegas y amigos de una manera un poco “brusca”.

Ahora, quién lo iba a creer, estos benditos circulitos y colores me han permitido lograr cierto estado de paciencia y de habilidad de estar en el “ahora” y saber medir o controlar un poco mis “reactividades” en el día a día.

Para elevar el ánimo en tiempos moodernos

Todos tenemos nuestros días grises. Es normal. A veces se nos mete el “Guasón” en la piel y nos provoca ver el mundo arder (así sea un ratico).

Y bueno, ni soy un temperamental “fosforito” ni tampoco un emocional témpano de hielo. A veces me aburro, me enojo, me pongo un poco down, como sé que también te habrá pasado alguna vez.

La cosa es que, aparte de los beneficios ya mencionados, mi mood o estado de ánimo también parece haberse elevado.  

Ya para ir cerrando, es importante mencionar que también hay otros aspectos beneficiosos. La calidad del sueño, creatividad y relajación son otros provechos que encontré en esta sencilla pero poderosa actividad manual.

Lo único malo fue que no se me quitó fue la ansiedad… bueno, para ser más claro al respecto, esta mutó y se transformó.

Si bien la ansiedad laboral y de la vida fue disminuyendo, ahora cada vez que paso por una librería o papelería, me entra ansiedad por comprar más libros de mandalas y colores para dibujarlos.

Pero bueno, supongo que esa clase de ansiedad es mucho más disfrutable que la que sentía antes de comenzar a pintar mandalas.

¿Tú los has usado?

¡Cuéntanos cómo te ha ido!