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Conoce algunos sabores de la gastronomía mundial

Conoce algunos sabores de la cocina mundial
12 / Mar / 2020

Si algo me han enseñado los viajes es que la gastronomía puede llegar a ser una prueba de resistencia. A lo largo de varios años he tenido la suerte de visitar varios países y continentes, pero más que souvenirs o fotografías, yo lo que más atesoro son sabores.

Por ejemplo, mi mejor recuerdo del País Vasco, en España, es precisamente todo lo que comí, en cantidad y calidad. Esta región tiene un recetario con platillos a base de salsas especiadas, nueces, productos del mar y con sabores fuertes.

En mi viaje yo hice base en Logroño, una antigua ciudad que es parte del Camino de Santiago. Ahí me enamoré de los chipirones al ajillo, que son una especie de calamar, pero con un sabor más suave.

También me gustó la infinita variedad de tapas. Fui en temporada de calor, por lo que al atardecer la gente se congregaba en los bares a “tapear”.

Cuando me ofrecieron una tapa de tortilla de patata, no se me antojó para nada. Huevo y pan, pensé, pero me equivoqué, es realmente buena.

Para rematar, esta zona del mundo tiene una larga tradición en vinos, por lo que además de la gastronomía, me encontré con copas riquísimas.

Gastronomía mexicana más allá del picante

La Ciudad de México es gigante, me di cuenta desde el avión. Llegué de noche y, cuando aterrizábamos, las lucecitas de las casas eran interminables, parecían muchos ojos diminutos esperándome. Eso incrementó más mi deseo de conocer sus calles y su gastronomía.

Sin embargo, en cuanto entré al primer restaurante y vi la carta, me percaté de que en México no hay una gastronomía sino miles. Todos los nombres de los platillos me causaban curiosidad: mole de guajolote, pambazos, cochinita pibil, pellizcadas, pulque.

Seguro que el mesero me odió porque no paraba de hacerle preguntas.

Al final, me decidí por un pozole, que es un caldo de maíz con trozos de cerdo. Aunque su sabor era bueno, comerlo por la noche me cayó pesadísimo.

Los tacos son un universo aparte. La respuesta sobre cuál es el más rico depende de a quién le preguntes. Todos tienen una postura definida e inalterable sobre dónde está la mejor taquería.

Los probé de ingredientes inimaginables como flores, insectos y hasta unos de un hongo del maíz llamado huitlacoche. Preferí no hacerle caso a su aspecto negruzco y no me arrepentí, ¡era delicioso!

Lo que sí es que no escatiman con el picante. Hay cientos de ellos y algunos pueden ser dulces. Otra cosa que me llamó la atención es que el mismo chile tiene nombres diferentes si se come fresco o seco.

Por ejemplo: el jalapeño seco se llama chipotle; el poblano, chile ancho; el mirasol, guajillo; y el chilaca cambia su nombre por pasilla.

Me encantaría describir a qué saben, pero cuando estuve frente a ellos no los pude ni oler… digamos que en un concurso de comer picante, yo ganaría el último lugar.

No todo lo que brilla es sushi: gastronomía oriental

Más que recetas y preparaciones, la gastronomía oriental es una forma de concebir el mundo. Está llena de sentidos, rituales y tradiciones. A mí me daba un poco de pena comerme esos platillos tan estéticos.

Lo cierto también es que es muy amplia porque abarca lugares como Mongolia, Corea y Tailandia. Yo solamente probé dos: la japonesa y la china.

Japón

El sushi de Tokio no tenía nada que ver con lo que había probado hasta el momento. Es más rústico y los sabores son más fuertes.

En algunas ocasiones solo me servían bocadillos a base de un puñado de arroz apelmazado con una feta de pescado rodeado de un pequeño cinturón de algas.

No encontré ninguna de esas excentricidades en las que le ponen mango o lo empanizan. Básicamente está hecho con un par de ingredientes, pero que combinan a la perfección.

Otra cosa, las piezas no se mojan en salsa de soja. Se comen tal cual como te las sirven.

En Tokio también probé el ramén, un caldo con diferentes ingredientes, como algas, hongos, pescado o carne. Lo comí en un lugar llamado Menya Musashi, que es una cadena de restaurantes que se encuentran en varias zonas de la ciudad.

China

En Pekín aprendí que la comida se disfruta sin prisas y sin atascos. Cada plato debe tener un balance entre cuatro elementos: color, aroma, sabor y presentación.

Casi todo está hecho a base de arroz, pero hay muchos otros ingredientes. El pato, por ejemplo, a mí me daba un poco de impresión porque nunca dejé de pensar en Donald y su sombrerito azul, tal vez por eso no lo disfruté.

Lo que sí me encantó fueron los dim sum, unos bollos al vapor cuya masa no es de trigo sino de arroz. Están rellenos de carne o verduras. Se sirven en dos ocasiones al día: a la mañana y al atardecer.

Me hice fanática de las sopas, sobre todo de una que tenía una especie de fideos y verduras.

Gastronomía francesa para glotones empedernidos

Durante mi estancia en París, me debatía entre quedarme en un restaurante a comer más croissants o ir a conocer la Torre Eiffel… Obviamente que seguir disfrutando de la gastronomía se impuso.

He de reconocer que acabo de exagerar un poco, sí fui a conocer la torre, pero la idea que quiero transmitir es que no probé nada malo durante ese viaje. Regresé pesando 4 kilos más, pero eso nunca me ha importado.

La Maison du Chocolat, por ejemplo, junto al Museo del Louvre, se convirtió en mi lugar favorito en el mundo. Cuando recuerdo las trufas de cacao y champagne, se me eriza la piel.

Charlando con un chef, aprendí que la gastronomía francesa es tan importante que prácticamente se podría afirmar que ha influenciado a todas las demás.

Me gustó mucho el concepto que tienen del bistró, que es un lugar donde el menú se cambia cada día y se escribe en una pizarra para que los comensales sepamos qué van a servir.

En las brasserie, por su parte, se ofrecen bebidas y una pequeña selección de alimentos para acompañarlas.

Y bueno, para hablar de los vinos me haría falta otro artículo, pero lo que sí puedo decir es que los franceses saben beber bien.

Viajar para mí es sinónimo de comer. Lo pruebo todo, siempre, porque me da la impresión de que a través de la gastronomía, realmente puedo conocer el lugar y la gente con la que estoy.

Otra cosa que me gusta hacer es ir a los supermercados. Invierto horas viendo las góndolas e imaginándome cómo serán las cenas en las casas; si se reúnen en familia o son personas solitarias que descongelan empaques en el microondas.

Y para ti, ¿cuál es el sinónimo de viajar?